Integración, en el extremo norte de Misiones, se fundó en 1986, con la fuerza de una nueva era y la potencialidad de una zona estratégica. Pero el progreso fue un fracaso.
Lo poco que se construyó se desvaneció. No hay señales de teléfono ni televisión nacional. La Policía fue la primera en dejar el poblado
Una antigua iglesia multiculto, construida en madera dura resiste en silencio como los pocos habitantes de Integración, sumergidos entre la esperanza y la desilusión de un pueblo que busca por igual fuerzas y motivos para pensar en el desarrollo que se niega a llegar. En el interior de la capilla San Martín de Porres, ubicada en el pequeño casco urbano, se observa un altar hecho de troncos que a simple vista parece inamovible, como algunos pobladores, los más antiguos, que supieron resistir y dispuestos a no moverse del lugar. No es el caso de los jóvenes que migran a donde sea. Es que se sienten y están incomunicados porque no tienen señales de telefonía móvil ni televisión nacional.
Así, durante décadas, por siempre y pareciera que para siempre, desde niños, aprendieron en sus hogares a hablar primero el portugués antes que el español. La penetración cultural de Brasil es tan fuerte como hace 30 años por más esfuerzo en hacer patria como tanto se pregona. Los niños no tienen otra opción que mirar los dibujos animados en portugués, como lo hacen las mujeres con las telenovelas y los hombres con el fútbol.
En Integración, los ¿argentinos? saben más de las noticias y la realidad del país de Dilma, que de lo que sucede en la Argentina de Cristina. Les resulta más simple hablar en portugués que en castellano. Y en la única cancha de fútbol, emplazada en la dependencia de Gendarmería Nacional, los gritos de los jóvenes en cada jugada se asemejan más a un encuentro entre brasileños que argentinos.
En términos futboleros, en el pueblo de Integración la cultura argentina está perdiendo por goleada.
Ñande Roga, ñande frontera
Unas 20 viviendas del plan Ñande Roga y un pequeño Centro Cívico dieron vida hace 27 años al pueblo de Integración. Fue en 1986, con la presencia del entonces ministro del Interior, Antonio Trócoli. “No existía nada. Fundamos también el lugar con una capilla multiculto, todo de madera”, recordaría Ricardo “Cacho” Barrios Arrechea por entonces gobernador de Misiones. Recién se salía de la dictadura militar y comenzaba a concebirse el concepto de unión de los pueblos vecinos.
De esta manera se avanzó en la fundación de este pueblo ubicado sobre el río San Antonio, en el límite con Brasil.
El pueblo emplazado en el departamento General Manuel Belgrano, depende administrativamente del municipio de Andresito, de cuyo centro urbano dista unos 37 kilómetros. En ese lugar, hasta donde llegó el asfalto el año pasado, existe un paso fronterizo que por medio de canoas sujeta por una cuerda y un alambre permite cruzar el pequeño cauce de agua y llegar hasta un paraje brasileño dependiente del Planalto, del Estado de Paraná. Tanto en los orígenes de esta población misionera, como en la actualidad, la vida siempre resultó dura para los agricultores. Tanto en aquel entonces y como ahora, los antiguos pobladores luchan por sobrevivir comercializando su producción.
Integración nació con la idea de poblar la frontera, de hacer valer la vida rural. Pero el éxodo es lo que marcó y marca la figura de un pedazo de tierra que parece caerse del mapa en la punta norte de Misiones. Se estima que la población actual no supera los 1.500 pobladores, contando con quienes sobreviven en parajes aledaños.
La seguridad
La seguridad en el pueblo está a cargo exclusivamente de Gendarmería Nacional, cuyos efectivos también se dedican hacer la tarea de migraciones para que los interesados en cruzar el río queden registrados. Oficialmente no hay Aduana habilitada y se carece de servicios de transporte. Queda dicho, son los mismos usuarios quienes timonean la precaria embarcación en el angosto río San Antonio.
Al haberse desafectado la histórica dependencia de la Policía de Misiones, son un puñado de gendarmes dependientes del Escuadrón 12 de Bernardo de Irigoyen que van rotando también para hacer los controles de las rutas de acceso, como la provincial 24 (inaugurada el año pasado) que la vincula al oeste con la ruta nacional 101, y desde allí al norte con Andresito y al sur, con San Antonio.
El asfaltado trajo nuevas esperanzas de progreso a los antiguos pobladores, pero hasta ahora es lo único que tienen a mano para pensar en un desarrollo. Se sostienen con la venta de yerba mate, caña de azúcar y cultivos anuales.
El origen de Integración
El pueblo de Integración es bautizado como tal, al surgir en un momento clave de la historia regional.
A partir de 1983, con la asunción de gobiernos democráticos y privilegiando la integración latinoamericana no sólo como un objetivo deseable sino necesario, se pasó de la concepción de frontera rígida y aislante a una con proyección de acercamiento, unión y apertura, es decir, a la reconceptualización del espacio integrador sobre el cual se debían orientar las estrategias de desarrollo a través de acciones conjuntas entre países vecinos.
Es dentro de este cambio que empezaron a perfilarse la integración y la cooperación fronteriza a través de proyectos bi y trinacionales, principalmente relacionados con la infraestructura de comunicación y la generación hidroeléctrica, recuerda de manera oficial el Gobierno nacional.
Ese proceso se intensificó durante la década del noventa y dio inicio al camino de la cooperación por medio de acuerdos mutuos, tanto a nivel bilateral como multilateral. Por entonces, la palabra clave era Integración, como el pueblo cuyo futuro es cada vez más incierto.
Uno avanza, otro retrocede
Tan solo 16 años antes surgía el municipio de Andresito, como parte de un plan de colonizar la zona nordeste de Misiones. Por entonces, allá por 1970, únicamente había en la zona selva virgen y algunos intrusos asentados en tierras fiscales y la ilusión de crecimiento de Integración. Pero, Andresito resultó más exitoso. Muchos sostienen que fue a raíz del triunfante proyecto de colonización. Se entregaron generosas tierras a cada colono, en inmediaciones del Parque Nacional Iguazú y otras reservas naturales. Resultaron suficientes alrededor de 20 años, para que Andresito lograra convertirse en el municipio más poblado del departamento General Manuel Belgrano. A medida que Andresito crecía, Integración disminuía en población y potencialidad de crecimiento. La localidad de Andresito basa su economía en el cultivo de yerba mate, la ganadería, la forestación y el turismo ecológico. En el momento de dejar inaugurada oficialmente la ruta 101, la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, en un escrito realizado en exclusiva al diario ElTerritorio (domingo 9 de noviembre de 2008) destacaría de Andresito que “a pesar de ser el municipio más joven, es todo un símbolo de la historia de Misiones, de su lucha por la libertad, el progreso y el respeto a la diversidad.
No por nada tomó su nombre del Comandante Andrés Guacurarí, un guaraní comprometido con la liberación y con la construcción del federalismo. Un luchador que seguramente estaría orgulloso de que este pueblo lo recuerde con su nombre”. Destacó por entonces la Presidenta, que Andresito pasó de tener 150 colonos a contar entre sus límites a unos 24 mil habitantes. También destacaría que era la primera vez que un jefe del Estado nacional, visitaba “este maravilloso rincón de la Argentina profunda”. Pero, mientras Andresito crece, Integración retrocede y cada vez acumula más deudas con sus pobladores antiguos y con la nueva generación que no ve futuro, ni laboral ni profesional y empieza a vaciar este pueblo, considerado parte de un proceso surgido en medio del avance de la histórica creación del Mercosur.
Andresito y la colonización
El municipio de Comandante Andresito debe su nombre a Andrés Guacurarí Artigas, llamado “Andresito”, el indígena guaraní que nació en la reducción de San Francisco de Borja el 30 de noviembre de 1775. Andresito fue adoptado por el caudillo uruguayo José Gervasio Artigas y con el tiempo se convirtió en uno de sus principales líderes. Fue gobernador de Misiones en 1815 y dedicó su vida a luchar por la causa del federalismo y las autonomías provinciales.
Se destaca que el nombre de este municipio, Andrés Guacurarí, es un homenaje a este hombre que sobresalió por su coraje, rectitud y hombría de bien. El municipio de Comandante Andresito se encuentra dentro del departamento General Belgrano y a 60 kilómetros al Este de las Cataratas del Iguazú.
Tiene una extensión de 93.337 Hectáreas. Fue creado y colonizado por medio de un Plan de Colonización iniciado a fines de la década de 1970. Desde entonces Andresito, no paró de crecer y absorber a pobladores cercanos, como sucedió con Integración.
En Integración se repite el pasado
Como cuando se fundó, en el poblado a casi 40 kilómetros de Andresito, no hay casi nada. Viven unas 50 familias y el año pasado se quedaron sin escuela secundaria
INTEGRACION, ANDRESITO (Enviados especiales). Hace 27 años el viaje al norte extremo de la provincia bien valía ser definido como el viaje a la tierra prometida. Hace 27 años se relataba entonces, que el pueblo de Integración recién instituído, era de hecho un pueblo fantasma. Para ese año, meses después de que Maradona levantara la copa mundial en México, el poblado apuntado como clave por los políticos del momento estaba vacío de gente pero repleto de promesas y expectativas inmensas...
En los límites del diseño urbano sólo habitaban ese pedazo de tierra en la frontera con Brasil, un maestro, su esposa, una enfermera y cuatro gendarmes para dar por cumplido eso de ser los centinelas de la patria y un policía.
Como puntapié fundamental para el despegue de Integración, el gobierno de ‘Cacho’ Barrios Arrechea construyó 15 casas Ñande Roga, pero hasta la mitad del siguiente año sólo estaban ocupadas tres y si bien había edificios públicos, los agentes por entonces ya preferían operar en forma irregular desde lejos, es decir, desde comunidades más estructuradas. O mejor dicho, estructuradas.
Esas pocas casas contaban ya con pilares para la energía eléctrica y los correspondientes tendidos eléctricos, pero no había usina alguna que generara la energía. Había agua potable, pero no se podía extraerla del pozo de 80 metros por falta de bomba y naturalmente de electricidad. Los arroyos eran la única alternativa. Hace 27 años, la única línea de colectivos pasaba a 22 kilómetros, por la ruta 101. Todo de tierra, naturalmente. No tenían comunicación alguna, salvo la radio de Gendarmería y por entonces contaban con una sala de primeros auxilios, que carecía y careció por mucho tiempo, de medicamentos.
El poblado fantasma entonces rompia la densa calma cuando los pocos chicos se presentaban en la escuela 697, a la cual concurrían 40 de los 100 chicos censados. El resto de los alumnos continuaron asisitiendo a otra escuela distante a unos 20 kilómetros o bien, a una institución de Brasil, en el poblado de Planalto. Allí entonces empezaron a aprender a escribir y leer portugués. El sentido de Integración empezaba a entregar sus primeros capítulos contradictorios e irónicos.
En medio de lo poco, como en el medio de la plaza central, la edificación que ya parecía consolar y contener socialmente a los pocos habitantes, era la iglesia, la parroquia, la llamada en el nuevo siglo un centro comunitario.
El museo viviente
En 1986 pueblo fantasma o el pueblo que aún no es. En 2013 el paraje que se sostiene en el extremo norte del mapa misionero. En donde de todo lo que se planificó, nada se cumplió. Llegar a Integración es como encontrarse con un cuadro que se dejó de pintar hace décadas. Las casas de madera Ñande Roga sobreviven al paso del tiempo, aunque muchas de ellas fueron reformadas de acuerdo a las necesidades de cada uno de sus fieles habitantes.
En Integración, 27 años después, ya no hay comisaría y como prueba de ese éxodo tan increíble como ejemplar queda la estructura destruida, un símbolo realmente demoledor. Tampoco está más el Registro de las Personas, otro golpe furibundo. Dos instituciones clave se fueron del barco antes de la tormenta.
En Integración, 27 años después, sobreviven la escuela 697, la sala de primeros auxilios y la parroquia San Martín de Porres, construcción a la que todos quieren y defienden como el último símbolo del poblado en donde hay unas dos camionetas viejas, otros tantos autos ídem y un carro polaco tirado por dos bueyes.
Elpidio Dos Santos es quizás uno de los hombres que dia a día le pone el pecho a la situación casi decadente. Tiene 37 años y como muchos en Integración, es de El Soberbio y hace algunos años llegó a la zona.
“Se ve poco futuro, la gente va a Brasil, que queda a 800 metros, el pueblo se llama Centro Nuevo, donde hay negocios, cooperativas, venden allá el maíz a pesar de que está prohibido y también se vende tabaco”, detalló sin vueltas a El Territorio.
“La integración con Brasil es muy buena, siempre hay fiestas de deportes o para beneficiar a las escuelas o salitas, acá hay una asociación de vecinos y serán alrededor de 50 las familias que viven en Integración”.
Y alrededor de Integración, también sobreviven a la conyuntura unos tres parajes que entre todos hacen un poco más llevadero el espíritu integrador perseguido desde hace unos 30 años al parecer en vano.
Zulema Schmidt es promotora de salud en el Caps del pueblo desde el año 2006 y asegura:
“Habrá unas 350 familias en los tres parajes, con unos 5 chicos por familia promedio”.
La doctora llega a Integración los lunes y miércoles, y en promedio atiende a unas 15 familias por día, aunque la salita está abierta de lunes a viernes. Los casos más graves terminan en derivaciones a Andresito.
Quizás una de las mujeres con más años en la actualidad en Integración, es Luisa Camargo. Vive hace 20 años y tiene a sus hijos trabajando y estudiando. Pero la realidad no es buena y no lo esconde.
“No hay mucha salida. Acá nos dedicamos a plantar y con eso sostenemos a nuestros 7 hijos... tres están en edad escolar...”.
Y Luisa no sabe si van a seguir la secundaria porque hay que pagar un caro colectivo más la comida diaria. Es que los chicos tienen que viajar alrededor de 40 kilómetros para llegar al colegio secundario, porque en el pueblo no hay. Lo hubo, pero el año pasado se cerró. Ahora funcionará en Andresito.
Todo se direcciona a Andresito. Todo parece irremediablemente volver al pasado, como hasta antes de 1986.
Frases de integración
“Centro Nuevo, en Brasil, está a 800 metros, hay negocios y allí se vende el maíz y el tabaco, a pesar de que está prohíbido... Se ve poco futuro”
Elpidio Dos Santos
“No hay mucha salida. Acá nos dedicamos a plantar y con eso sostenemos a nuestros 7 hijos”
Luisa Camargo
“En promedio se atiende a 15 familias por día, generalmente hay 5 chicos por familia y los casos más graves se terminan derivando a Andresito.
Zulema Schmidt
Una flamante ruta a Brasil, pero para cruzar, una precaria canoa
INTEGRACION, COMANDANTE ANDRESITO (Enviados especiales). En el mes de abril del año pasado la obra de asfaltado de la ruta provincial 24 fue concluida. La ruta es la conexión directa desde la ruta nacional 101 y si bien resultó una verdadera mano para los sufridos habitantes, pocos son los resultados que la conexión vial dio hasta ahora.
La flamante ruta 24 es además una conexión directa hacia el Brasil. El asfalto, precisamente, termina justo frente al predio de Gendarmería Nacional, en donde 4 integrantes se rotan para cumplir incluso con las tareas de migración en Integración.
Pero ciertamente, desde ese punto en adelante, todo resulta bastante bizarro.
El cruce es prácticamente uno oficial, pero para llegar hasta el río San Antonio, se debe caminar por un angosto trillo que abruptamente se corta en el barranco.
El río San Antonio es muy angosto y la costa brasileña está tan cerca que hasta pareciera poder tocarla con las manos.
Entre ambas costas, hay una precaria canoa que funciona como una balsa unipersonal con la que se cruza impulsándose mediante un alambre colocado entre una y otra costa, con la ayuda además de una soga que sirve para atar la embarcación.
El práctico sistema es utilizado por los pobladores de Integración y los parajes cercanos, para comprar lo básico en comercios de Centro Nuevo, en Brasil.
“Quedó en el olvido, se estancó”
Uno de los fundadores de Integración sufre con la falta de trabajo y con el éxodo juvenil. Pero apuesta a una cooperativa cañera
INTEGRACION, ANDRESITO (Enviados especiales). Arvicio Meirelles tiene 65 años y es uno de los fundadores de Integración. De hecho, vive en el poblado desde un año antes de la fecha de fundación.
Arvicio sufre con el estancamiento pero aún con todos los contra que se sucedieron en los últimos años, sigue estando activo en las planificaciones para evitar que Integración se caiga del mapa.
“Integración empezó con el gobierno radical y se estancó. Tal vez quedó olvidado porque son chacras chicas, no hay mucha producción de yerba y en eso Andresito manda, tiene más yerba que nosotros”, dice sin dudar Arvicio, quien también ayudó con las mensuras para el proceso de lotear las chacras y apurar el desarrollo planificado.
Meirelles tiene en su terreno un galpón lleno de tabaco, dos viejas camionetas y se las arregla a diario para vivir con lo que necesita o aspira.
El hombre que aún mantiene fresca en su memoria la imagen de cuando los funcionarios de la provincia y el país celebraron el acta fundacional. Meirelles conoce Integración como nadie.
“Hay lotes de 20 hectáreas o menos, son chicos... hubo colonos desalojados de lotes grandes cuando se hizo la colonización y no tenían recursos. Así fue, nuestro poblado, Integración, empezó con alrededor de 150 familias, y hoy habrá más de 300”, dice, incluyendo claro a los parajes 11 de Septiembre, Los Patos y Tacuara.
De aquel 22 de diciembre de 1986 a la actualidad, lo más trascendente para todos fue la llegada del asfalto, la urbanización de la ruta provincial 24.
“Antes del asfalto se tardaba una hora y media para llegar a Almirante (Andresito desde el año 2004 por Ley), y hoy sólo se tardan entre 25 a 30 minutos”, dice como apuntando que no todo resultó un boomerang.
Y como hombre activo y esperanzado en que Integración va a despegar de una vez por todas, asegura que “hay una cooperativa lista, porque ya se empezó a plantarse caña y se harán todos los derivados de la caña, además del azúcar”.
Y que funcione una cooperativa y una fábrica, es señal que en Integración finalmente ya hay línea trifásica de energía.
Para Meirelles, “mejoró la escuela pero falta la secundaria” y apunta que muchos deben ir hasta el poblado de Yacutinga,que queda a 22 kilómetros, aproximadamente.
En lo deportivo, sí, no hay resoluciones. “Hay una cancha de fútbol en Gendarmería, y a veces no les permiten jugar. Queremos hacer un complejo deportivo y crear algo cultural para que los jóvenes tengan adonde ir los fines de semana, como una cancha, un salón...”, cuenta el fundador.
“Así como están los jóvenes en Integración, no tienen futuro en este lugar. Tienen que salir a buscar estudio y fuentes de trabajo, que en Integración no hay”, dice con franqueza el hombre que parece seguir apostando al tabaco.
De acuerdo a lo detallado, las necesidades urgentes en el paraje son reequipar la sala de primeros auxilios, porque hay médico dos veces por semana, señales de televisión que enfoquen al lado argentino (captan sólo TV brasileña) y tener señales de teléfono nacionales ya que la única a la que acceden es brasilera y los costos atentan contra la economía casera.
En Integración se formó una comisión vecinal. “Estuvieron mensurando para ver si se creaba el municipio, pero es una colonia pobre que no tiene base para crear un municipio”, dijo.
Ahora las tierras están regularizadas, muchos colonos ya tienen títulos. Pero antes se entraba como intrusos. El 90 por ciento eran intrusos de otros lotes que después se fueron del pueblo.
La odisea para pagar el viaje en colectivo
Una sola línea entra a Integración tres veces al día. Entre 12 y 17 pesos el boleto para Yacutinga o Andresito
INTEGRACION, ANDRESITO. El colectivo, el pasaje, aumentos, los hijos al colegio, los gastos, son un problema en toda Misiones y en toda la Argentina.
En Integración, el escenario con el transporte interurbano de pasajeros es algo más problemático, una verdadera odisea para los habitantes de un paraje sumido en el olvido.
Durante el año pasado, los papás ya debieron recurrir al viejo sistema de realizar eventos sociales para poder reunir dinero suficiente que cubra el precio casi inalcanzable del único servicio que llega hasta el pueblo fronterizo.
Arlindo Camargo, uno de los colonos más antigüos de Integración, dice: “El pueblo está estancado. La salita mejoró, porque ahora tiene enfermeros y ambulancia, porque antes si se enfermaban teníamos que ir al pueblo (Andresito) o a Brasil”, dijo a El Territorio, mientras ayudaba a su hijo con los bueyes y el carro polaco.
“Nuestros hijos van a Yacutinga (queda a unos 20 kilómetros de distancia) y el pasaje cuesta 12 pesos.. a veces se hacen eventos para conseguir el dinero y pagar el boleto”.
“El pasaje a Yacutinga está 12 pesos sólo la ida y con tres hijos no es fácil”, explica otra vez para que se entienda el gasto diario. Son necesarios, entonces, 72 pesos por día para cumplir con la obligación de ofrecerles la posibilidad de estudiar y terminar la secundaria, que en Integración, ya no hay.
“Muchos jóvenes no están yendo al colegio porque sus padres no están en condiciones económicas para enviarlos”, detalla Arlindo. Es que muchos de los misioneros de Integración estudian hasta séptimo grado y ése es el punto final, el objetivo se reduce a lo básico. Se quedan con la primaria y el destino empieza a ser una ruleta.
Los hombres y mujeres cuentan la odisea de cómo acceder a ventajas en el transporte de pasajeros.
“A veces se consiguen boletos por un mes o 15 días otorgados por los mercados grandes..., que ayudan algo”, resalta Camargo.
A poco de comenzar el nuevo ciclo lectivo, en Integración ya se cruzan novedades de cómo enfrentar un nuevo año y con el mismo pobre presupuesto familiar.
“Ahora dicen que la Municipalidad va a poner un colectivo. No saben si va a llegar pero dice ‘Escolar’ y está preparado..., perno saben si se va a pagar por mes o va a ser gratis. De lo contrario, el plan puede ser el conocido.
La partera de los 2.500 nacimientos
Nació en el sur de Brasil hace 93 años. Vive en el paraje Cabure-í de Andresito y asegura haber traído al mundo más de 2 mil criaturas en 25 años. “A veces atendía hasta tres partos por día”, dice Dorbalina Díaz
ANDRESITO. Nacida el 12 de diciembre de 1920 en el Estado de Río Grande del Sur, Brasil y siendo muy joven en busca de un mejor porvenir junto a su familia, se trasladó a la Argentina. Llegó al paraje Cabure-í en el año 1955, trayendo con ella el oficio que le delegara su abuela paterna: la de partera.
“Cuando llegamos a Cabure-í lo único que estaba era la fábrica maderera Don Pancho Queiróz, mi marido empezó a trabajar allí. yo hacía pan casero y lavaba las ropas para ayudar al sostén de la familia. Hicimos un horno de barro que por aquí le decían ‘Tatacuá’. Lavaba en el arroyo sobre una tabla y con unas paletas, para golpear la ropa sucia, esto ayudaba a que quedara más limpia”, detalla la abuela, ahora con 93 años de edad.
Dorbalina Díaz, sigue relatando: “También asistía a las parturientas, es que no había hospital, ni médico, pero cuando algún embarazo venía complicado, se las llevaba a Puerto Aguirre (Puerto Iguazú). Al principio anotaba a los niños que nacían conmigo, alcancé a completar 3 cuadernos y parte de un cuarto. Según los cálculos del doctor Shmidt, ayudé a nacer entre 2 mil a 2.500 chicos, en el transcurso de 25 años, es que a veces atendía hasta tres partos por día”
Ser partera en la nada
El oficio de partera en aquellos tiempos era común y corriente ya que en las zonas alejadas no existían profesionales, ni medios como para llegar a los hospitales distantes. Entonces estaban ellas para asistir a las parturientas.
“En un tiempo yo era aquí como una enfermera, los doctores Schmidt y la doctora Marta Schwarz me dieron como una autorización de palabras, para que continuara de la misma manera ya que consideraban muy importante y necesario mi trabajo en este lugar. Incluso en una oportunidad la doctora Marta me propuso que la acompañara como enfermera a Puerto Aguirre (Puerto Iguazú), me gustó la idea pero no podía, tenía mi familia formada en este lugar y debía velar por ella”.
Doña Dorbalina sigue viviendo en el mismo lugar donde llegara hace casi 60 años, a escasos metros de la entrada al Parque Nacional Iguazú. Los lugareños la conocen como la abuela “Dorba”, es que muchas generaciones de varios parajes y pueblos, como Integración, se aferraron a sus manos para llegar al mundo.
“Todos los que ayudé a parir, nacieron y se criaron sanos, aunque tuve partos complicados. En una opotunidad surgió el caso de una criatura que nació muerta, es decir ya estaba muerta en el vientre materno. Esto lo supe ni bien le toqué la panza a la madre, pero un profesional que no me conocía, no me quizo creer, lo cierto es que la trasladaron a Puerto Aguirre y fue como yo les decía. Eso molestó un poco a algunos profesionales y me denunciaron. Pero no es más que una anécdota. Sé perfectamente que en cada parto que ayudé estaba la presencia de Dios, sin él seguramente me resultaría muy difícil o imposible.
Doña Dorba vive con su hija mayor, pasa sus días sentada en el corredor de su casita de madera contemplando el paisaje de Cabure-í.