Nacional, Wednesday 14 de March de 2012

Termina el verano y el calor sigue siendo agobiante. Los Cocos Park parece un oasis en la cima de la montaña. Los niños disfrutan de los juegos, con una vista panorámica inolvidable. El lugar es paradisíaco y aterrador al mismo tiempo.

Uno de los juegos con mejor vista es “El Cercano Oeste”. Allí los chicos suben a unos caballitos que recorren estaciones con escenas recreadas con muñecos del tamaño de un humano.

La lavandería, el bar y la vinería son algunas de las postas del itinerario infantil. En la comisaría, un policía aplica el submarino a un preso en un barril con agua. El oficial sube y hunde en el líquido al reo con una soga colocada al cuello del detenido, ayudado por una roldana.

La escena representa los peores momentos de la dictadura militar y no se entiende qué tiene que ver esto con un inocente juego de niños.

Como si esto fuera poco, a dos metros, hay otro detenido con un traje a rayas negro y blanco, muerto, ahorcado con una soga. El verdugo da miedo, tiene gesto de pocos amigos, narigón, con poco pelo, morocho y de gruesos bigotes. Se ve cómo disfruta al asfixiar el preso bajo el agua. Insólito.

En el increíble juego, los muñecos no están a la vista de todos. Hay que poner dos fichas de 5 pesos cada una para subir a un caballo y recién cuando se desplazan se ven las terroríficas escenas.

A la izquierda se recorre un paisaje magnífico, que es seguramente lo que mira la mayoría de los padres, y a la derecha están las estaciones con los muñecos en movimiento que es lo que llama la atención a los niños.

El dueño del parque no es un empresario cualquiera. René Vicari fue también víctima. El viudo de 72 años fue secuestrado por el ERP en Rosario, en 1975. Allí compartió el cautiverio con el mayor del ejército, Julio Argentino Larrabure, quien apareció ahorcado en su celda poco tiempo antes del golpe militar. “El hombre quedó traumado con su historia personal y lo refleja en alguno de sus juegos”, comenta una de las pocas personas que tienen relación con él en Los Cocos.

Las torturas en la comisaría no es lo único que llama la atención en el parque. El monorriel, por ejemplo, termina en la casa de las Barbies, relucientes, espléndidas. Abajo en un subsuelo, en cambio están las niñas comechingones, al lado de un gorila, sucias, con trajes de arpillera rotos. La muñequitas rubias relucen, las aborígenes deprimen. El mensaje es por demás ofensivo si se piensa que la mayoría de las niñas parroquianas de la zona descienden de ese pueblo originario.

El intendente de Los Cocos, Horacio Armani, se mostró sorprendido por este relato y aseguró que va a “clausurar los dos juegos por el mensaje social que dan. Son muy ofensivos”, aseguró. “Es terrible para nosotros, estoy totalmente en desacuerdo”, agregó el jefe comunal.