La fiscal señaló que esta modalidad de explotación, que afecta principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes en situación de vulnerabilidad, tuvo un “incremento exponencial” desde la pandemia de COVID-19.

Mángano explicó que estas nuevas formas de explotación sexual se desarrollan en el ámbito virtual, donde las víctimas, bajo una falsa idea de autonomía, producen contenidos sexuales en sesiones de streaming o generan pornografía para plataformas en línea. “Ingresan pensando que van a estar solas en sus casas, que nadie las va a controlar, pero lo que hemos detectado es un sistema de control estructurado”, afirmó.

Este control puede ejercerse en distintos lugares —desde domicilios particulares hasta hoteles o departamentos temporarios— y se materializa mediante la figura de los “monitores”: personas encargadas de supervisar que las mujeres cumplan con determinadas horas frente a la cámara, no rechacen clientes ni interrumpan transmisiones. A esto se suma una serie de mecanismos coercitivos, como amenazas de divulgar imágenes íntimas en otros contextos, lo que genera un profundo daño emocional y social a las víctimas.

“Detectamos que mujeres argentinas son captadas para hacer streamings sexuales con clientes prostituyentes de otros países”, alertó Mángano, quien subrayó la necesidad de fortalecer la cooperación jurídica internacional frente a este fenómeno transnacional. “Este mercado no respeta fronteras. La demanda de sexo virtual suele provenir de países más desarrollados, mientras que la oferta surge de contextos más empobrecidos”, agregó.

La fiscal también describió una peligrosa escalada en los niveles de explotación: lo que inicia como producción de contenido offline puede derivar en transmisiones en vivo y, finalmente, en encuentros presenciales con clientes. En ese sentido, advirtió que una vez que el material íntimo es subido a internet, “se vuelve absolutamente incontrolable” para la víctima.

Mángano hizo un llamado especial a adolescentes y mujeres jóvenes: “Cuando entregamos a un tercero la administración, distribución y comercialización de nuestras imágenes íntimas, le estamos entregando también el control sobre nuestra sexualidad y nuestra vida”.

La entrevista de PROTEX expone la urgente necesidad de visibilizar y combatir esta nueva forma de trata, que combina tecnología, violencia y desigualdad estructural.