“Un pájaro puede cantar en Kabul, pero las mujeres no pueden hacerlo”, ha denunciado Streep, acompañada por activistas afganas, en la sede de Naciones Unidas, que también recordó que “el miedo y el fundamentalismo pueden destrozar una civilización desde dentro”.
La Asamblea General de las Naciones Unidas sigue su curso, y hace unas horas uno de sus eventos paralelos tuvo una invitada excepcional: la actriz Meryl Streep quien, acompañada de mujeres activistas, alzó su voz para denunciar la situación de las mujeres en Afganistán. Durante la presentación del documental The sharp edge of peace, que retrata a las cuatro mujeres que negociaron con el régimen talibán tras la retirada de Estados Unidos en 2021, Streep señaló que la situación actual de las afganas es una “lenta asfixia”. Y destacó que, tras la aprobación de las últimas leyes talibán, una gata, una ardilla, o un pájaro tienen “más derechos” que las niñas y mujeres afganas hoy: “Una gata puede sentarse en el porche y disfrutar del sol, tiene más libertades que las afganas. Puede perseguir a una ardillas hasta un parque. Y esa artdilla tiene más derechos de los que tiene hoy una chica en Afgnistán, porque los talibán han prohibido el acceso a los parques públicos a las mujeres. Un pájaro puede cantar en Kabul, pero las mujeres no pueden hacerlo en público. Es algo increíble, va contra natura, es extraño (…) La mitad de la población vive prisionera”.
La actriz también recordó la degradación de libertades que ha sufrido Afganistán en el último siglo, y cómo su situación encierra una advertencia para el resto del mundo: “En 1971 me gradué en la Universidad aquí, en Nueva York”, explicó, “y ese mismo año las mujeres en Suiza consiguieron el derecho al voto. Uno que las mujeres afganas habían ya disfrutado más de medio siglo. Ellas consiguieron ese derecho en 1919”, un año antes que las estadounidenses y décadas antes que las francesas, señaló. También explicó que, en la década de los 70, la mayor parte de los trabajadores públicos en Afganistán “eran mujeres, eran doctoras y maestras. Había abogadas, había profesionales de todo tipo, y entonces el mundo las abandonó”. Para que los talibán “las despojasen de su educación y de sus trabajós, de su libertad de expresión y de movimiento, hasta encarcelar de facto a la mitad de la población”
Streep, acompañada por Asila Wardak, exdiplomática afgana y creadora de la Red de Mujeres Afganas que promovió el evento junto a políticas de Indonesia, Irlanda, Suiza y Qatar (y que ha descrito la situación en su país como un “genocidio de género”), pidió a la comunidad internacional, a la comunidad musulmana suní y “a todos los que tienen tratos con los talibán” a intervenir, antes de dar paso al documental, dirigido por la tamién afgana Royal Sadat y producido por la cineasta Leslie Thomas. “Has sido uno de los mayores honores de mi vida”, concluyó, “tener el privilegio de estar aquí con estas mujeres extraordinarias, que nos dan valor y nos recuerdan que el fundamentalismo y el miedo pueden darle la vuelta a la civilización desde dentro”.