Nacional, Wednesday 24 de July de 2024

Dos horas después de la interrupción, el árbitro anuló el 2-2 de Medina por offside y permitió jugar tres minutos más de yapa. Insólito.

Andá a buscarla al ángulo, Soriano. Ni el exitosísimo escritor argentino, autor del célebre relato "El penal más largo del mundo", se hubiera imaginado semejante papelón en la apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024. Estadio Geoffroy-Guichard de Saint-Etienne. Argentina y Marruecos. Julián Álvarez, Otamendi, Rulli y Hakimi. Más de 30 mil hinchas africanos y apenas un puñado de argentinos. Un árbitro susceptible. Un 2-2 agónico, con rebote, arquero y travesaño de por medio. Una invasión, un aluvión de vasos y un petardo que no terminó en tragedia de casualidad. Que se interrumpe. Que se terminó. Que se reanuda dos horas después. Que se juegan tres minutos. Que está habilitado. Que está en offside. Todo combinado en uno de los bochornos más grandes de los que se tengan memoria.

¿Qué estabas haciendo? ¿Con quién lo viste? ¿En dónde estabas cuando se jugaron esos tres minutos entre la Selección y Marruecos? Son preguntas que quedarán flotando en el tiempo. Que recordaremos con el correr de los años. Que despertarán, nuevamente, el sentimiento de dolor, de impotencia, de tener que volver a prender la televisión dos horas después del final y de un grito agónico que quedó en la nada misma.

En Saint-Etienne, el equipo de Javier Mascherano jugó con todo en contra: 30.000 hinchas africanos, un árbitro especialmente celoso y falto de coraje para tomar ciertas decisiones, la presión de ser candidato por los nombres propios y un doloroso 0-2 en el inicio del ST. Así y todo, a pesar de quedar en deuda desde el juego, la Albiceleste llegó al 2-2 con muchísimo empuje. Pero la FIFA, el COI y la Federación Francesa de Fútbol, aunque con cierta cuota de justicia, definieron que la Albiceleste caiga en su debut olímpico.

¿Cuántos equipos de fútbol en la historia de los Juegos Olímpicos habrán podido contar con cuatro campeones del mundo? "Le dan un salto de calidad al plantel", había expresado el Jefecito en la previa. Y cómo no... Con base en ellos, sobre todo por los tres que acaban de llegar de la Copa América de los Estados Unidos (Julián Álvarez, Gerónimo Rulli y Nicolás Otamendi), el entrenador movió fichas en relación al Preolímpico de Venezuela.

"Si hay algo por mejorar es en lo defensivo", había explicado Mascherano. Y la verdad es que la Selección fue bastante sólida: presionó efectivamente ante la pérdida de la pelota y no sufrió cuando decidió agrupar líneas y esperar. La presencia de Otamendi como líder, con cuatro cortes impecables, dotó a la última línea de firmeza. Solo la genialidad del 10, Ilias Akhomach (cosa seria), perforó el muro argentino. No obstante, el buen papel sin pelota de la Selección contrastó con la falta de ideas a la hora de generar peligro.

El 0-2 en el inicio del complemento cayó como baldazo de agua fría. Argentina no había sido superior a Marruecos, pero tampoco estaba para semejante cachetazo tempranero. Así, Masche se vio obligado a intercambiar fichas. Y acertó. Con la introducción de Simeone, Equi Fernández, Amione, Gondou y el Diablito Echeverri, la Selección fue creciendo, creciendo y creciendo. Sin tanto juego, apenas un poco mejor de lo que venía haciendo, pero con un amor propio bárbaro. Giuliano acortó las distancias. Y una genialidad de Thiago (así son los cracks), entre rebotes, arquero y travesaño, culminó en el 2-2 de Medina a los ¡63' del ST!

Hasta ahí, el partido. Después, la hecatombe. Los responsables de garantizar la seguridad tomaron al evento como un deporte más, sin tener en cuenta la pasión y el fervor desmedido que hay en este deporte en particular. Cinco hinchas ingresaron al terreno de juego durante los 90', se encendieron bengalas en la tribuna de Marruecos, le tiraron un sinfín de vasos a Medina durante su festejo y un petardo no hirió a un futbolista argentino de milagro. Los Juegos Olímpicos son los Juegos Olímpicos. Pero esto no deja de ser fútbol.

El sueco Glenn Nyberg mandó a todos al vestuario. Lógico. La integridad de los 11 futbolistas argentinos no estaba garantizada. Sin embargo, un detalle mantuvo firme al árbitro en su decisión de reanudar las acciones: Amione, partícipe del gol albiceleste, estaba en posición adelantada. Entonces, si terminaba en empate, era injusto para Marruecos. Pero, por otro lado, si anulaba el gol de la Selección y daba por finiquitado el encuentro, también sería injusto para Argentina. ¿Resolución? Dos horas después, ya sin gente en el estadio, se jugaron esos famosos tres minutos. No sirvieron de mucho.

 

Conclusiones. No hay equipo en estos Juegos Olímpicos con la jerarquía de este plantel. No obstante, en cuanto al juego, Argentina no estuvo a la altura de las expectativas en su debut. Por Thiago, por Julián, por Beltrán, por Echeverri, uno espera mucho más. Sin embargo, mirando la mitad del vaso lleno, no hay dudas de que a este equipo no le falta amor propio; cualidad trascendental a la hora de dirimir quién se cuelga una medalla y quién mira el podio desde abajo. Ojalá que este episodio papelonesco le sirva a la Argentina como motor de cara a los compromisos con Irak y Ucrania. Y que con los años recordemos este debut fallido como el de Qatar 2022, ante Arabia Saudita.

Fuente: OLÉ