Tamara tiene 27 años, vive postrada, prácticamente en un estado vegetativo, y habita una precaria casa del barrio Municipal, en el kilómetro 3, rodeada de otras varias viviendas en las que, al igual que la suya, lo que abunda es la necesidad. 
A la semana de nacer, una meningitis afectó a Tamara, quien desde entonces sufre sus consecuencias.
Su madre, Isabel Vázquez, cuenta que la joven no puede moverse por sí sola y necesita ayuda para cualquier actividad, “salvo cuando llega el verano, ahí suele hacer un movimiento para pedir agua, ni siquiera sabemos casi cuando le duele algo”, dice resignada.
Con la mirada perdida y la boca semiabierta, reposa en brazos de su mamá: “Nunca dejó de ser una beba, porque creció así, sin la posibilidad siquiera de gatear”.
La situación es penosa, ya que deben alzarla por falta de una silla de ruedas, que la familia no puede costear. “Para hacer el certificado de la supervivencia, debemos levantarla, no tenemos sillas de ruedas, eso complica mucho”, lamentó Isabel.
Un colchón para cama ortopédica es otra de las necesidades. “A principios de año hemos solicitado al Profe, pero hasta la fecha no nos trajeron”, detalló la madre.
También la Provincia les construyó una casa, “pero la hicieron mal, el pasillo es muy angosto, no podemos ingresar con ella. Por eso solicitamos que nos vuelvan hacer, porque no nos sirve como esta hecha la casa”, lamentó. 
A Tamara también le faltan ropa y otros elementos indispensables para mejorar su calidad de vida, “todas las cosas que puedan aportar serán bienvenidas, esperamos que los funcionarios o algún empresario puedan darnos una mano, lo mejor para ella”.