Misiones, Thursday 28 de November de 2013

Una ciudadana y coordinadora de la ONG “un sueño para Misiones”, Patricia Ocampo, envió una misiva al papa Francisco para que se termine con el trabajo infantil en la tarefa misionera para el 2015.   

Vía Nunciatura y con el aval del obispo de Oberá, Damián Bitar, la mencionada carta salió el lunes por valija diplomática para que llegue más pronto a El Vaticano. 
En el escrito se determina que “mi ciudad Oberá es la que más hectáreas destina a la producción de la yerba. Es uno de los pilares de la economía misionera. Sin embargo y a pesar de que es una fuente de enorme riqueza, los cosecheros de yerba mate viven en condiciones de pobreza extrema, rodeados de injusticia, hambre, sin agua potable y una larga lista de calamidades. En esta problemática de adultos, los niños son las víctimas inocentes. Los niños cosecheros de yerba mate comienzan a trabajar desde los 4 a los 13 años, en ambientes rodeados de agroquímicos y herramientas filosas, por lo cual la yerba que todos tomamos tiene este componente oculto. Tristemente debo reconocer que vivo en una provincia en la que solo en diez meses del año 2010 hemos dejado morir de hambre a 206 niños y en la que otros miles han sufrido un retraso grave en su desarrollo neuronal a causa de la mala y escasa alimentación”. 
Agrega que “ponemos a su consideración la posibilidad de que pudiera expresarse públicamente a favor del mate, su riqueza cultural y económica y en contra del trabajo infantil, la desigualdad y la pobreza que silenciosamente se encuentran integrados a su producción”. 

Números  
Para justificar su postura cita datos extraídos del censo de tareferos realizado por la Unam. Se destaca que el 40 por ciento de las familias que cosechan yerba no acceden al agua potable; el 60 por ciento de sus niños no tienen cobertura de salud.
Además el 56 por ciento de los cosecheros vive en tierra fiscal; el 68 por ciento cocina con leña. 
Alertan que en la cosecha de la yerba mate el 22 por ciento de los niños y sus padres se trasladan al yerbal y viven en carpas improvisadas con plástico negro sobre el piso de tierra.
Por otro lado, el 55 por ciento de sus padres dice que se dedica a la cosecha de la yerba mate, porque “no tienen otro trabajo”, y sólo el 60 por ciento de ellos terminó la escuela primaria. 
Además el 16 por ciento de los menores no concurrió nunca a la escuela y se dedica al trabajo rural para ayudar a la subsistencia familiar.