Por la avenida Santa Cruz, en el barrio Alta Gracia, las esquinas se convierten en paradas desde las 9. En una sola, lo hacen hasta 10 mujeres a la vez. El nuevo distrito para la oferta sexual, parte del cambio de la ciudad
La vidriera de la prostitución y la oferta sexual no se reduce a la avenida Uruguay. Si bien sigue siendo la zona roja desde hace décadas, los distritos de la ciudad que las chicas eligen transformar en sus paradas habituales, se están naturalizando en sectores cercanos a la terminal de ómnibus.
La esquina de las avenidas Santa Catalina y Santa Cruz, o cuadras más al este, por la propia Santa Cruz metros antes de la avenida Lavalle, fueron en principio los puntos de concentración de las prostitutas que debieron abandonar la Uruguay por distintas razones propias de la diversidad de ofertas sexuales de los últimos años.
Por la avenida Santa Cruz, más hacia el oeste, entre las avenidas Santa Catalina y Tomás Guido, en una o dos esquinas con las calles Franklin y General Ramírez, son las paradas desde hace meses de más de cinco mujeres que, desde muy temprano, cambiaron la rutina del barrio Alta Gracia.
“Mire, las chicas no molestan, eso hay que decirlo, vienen sí a eso de las 9 y prácticamente están hasta la tardecita”, explicó una de las vecinas de las dos calles que tienen salida a la avenida Santa Cruz, a metros del terreno aun sin ocupar y que temporalmente toma más notoriedad con la llegada de circos o parques de diversión.
Detrás de ese terreno, o al costado, según se mire, está la terminal de ómnibus y a pocos metros más el hipermercado. Entre esos dos referentes enormes, hay decenas de locales y negocios que abren sus puertas desde muy temprano y las cierran pasadas las 21. La actividad de esos sectores que rodean a la Terminal no tiene prácticamente descanso. Funcionan casi las 24 horas.
En el medio, están quienes aprovechan ese incesante movimiento migratorio local permanente y ofrecen lo suyo. Las prostitutas, también.
La nueva zona roja
Zona roja, distrito rojo, barrio rojo o zona de tolerancia... El barrio Alta Gracia parece estar dividido o partido. Es que metros más hacia la Tomás Guido, por las noches son los travestis que se adueñan de la zona y un poco más hacia el norte, por la Santa Catalina, son las otras chicas que siguen eligiendo las noches para cumplir con sus tareas.
La nueva zona roja del barrio Alta Gracia se concentra en las esquinas en donde hasta hace un año todo se reducía a la actividad propia de un barrio residencial.
Pero desde unos meses atrás hasta la fecha, todo es muy diferente.
“El problema son los autos, o sea… eso de que vienen, paran, vienen otros… y así todo el tiempo…”, apuntan madre e hija, a pocas cuadras de la otra vecina que había asegurado que las chicas, en sí, no molestan.
Normalmente son tres, cuatro o cinco las que siempre están en la parada, debajo de la generosa sombra de varios árboles.
Pero a veces, cuando no están todas trabajando, cuando todas coinciden en horarios y la mala suerte de la espera por un cliente, hasta pueden observarse a diez y hasta 11 mujeres y ya no es la esquina, sino ocupando gran parte de la angosta calle de tierra.
Las mujeres, de 25 años de promedio, trabajan hasta poco después del mediodía. Tras unas horas de ausencia, algunas vuelven al lugar de la avenida Santa Cruz para aprovechar las últimas horas del día.
Casi todas las mujeres que se paran a un costado de la calle o se sientan en cartones o en ladrillos, son paraguayas.
Según detalles de quienes trabajan con la problemática de la prostitución en la capital, afirman que muchas de las prostitutas que trabajan en Posadas, son provenientes de Paraguay y de distintas localidades de la provincia.
De las 700 personas, aproximadamente, que trabajan con el sexo, menos de la mitad concurren regularmente al Hospital Ramón Madariaga para cumplir con la obligatoriedad de tener la correspondiente libreta sanitaria.
Las chicas, lejos, fuera de la ciudad...
Dos veces se intentó crear una zona roja oficial en la jurisdicción de la ciudad de Posadas. En las dos ocasiones, las iniciativas fracasaron.
La primera propuesta se conoció a mediados del año 2000. Por entonces, la polémica estuvo de la mano del ministro de Gobierno Juan Carlos López. No hubo consenso. Despertó las más diversas reacciones, desde apoyo hasta el rechazo más fuerte. El lugar elegido, los alrededores del cementerio Parque Tierra de Paz, a las afueras de Posadas. Pero fue la ministra de Bienestar Social, Graciela Depetris, quien señaló que no quiere prostitutas “ni en la calle ni en los prostíbulos” y rechazó la idea de una zona roja “porque va a generar más marginación y exclusión”.
Años después, cuatro exactamente, la idea resurgió por iniciativa del concejal justicialista Guido Barreiro. En conjunto también con el Ministerio de Gobierno, el Ministerio de Salud y otros concejales, empezaron a elaborar un proyecto para crear la zona roja. Si bien la ubicación exacta no estuvo definida, las proyecciones la situaban en un lugar alejado o de “difícil acceso de los menores y cerca de los moteles”…