Misiones, Sunday 8 de December de 2019

Para empezar, se estima que en la jornada de mañana los cuatro efectivos policiales detenidos comparezcan ante el magistrado Miguel Ángel Faría

Después del cimbronazo inicial que provocó la muerte de Luciano Villalba (18) durante un procedimiento policial en el barrio La Cantera de Apóstoles, ahora arranca una intensa semana que será clave para comenzar a definir el futuro de los cuatro uniformados que permanecen privados de su libertad.
Pero así como intensa, también será compleja y meticulosa, dada las labores que debe llevar adelante los investigadores y peritos convocados para analizar la gran cantidad de elementos que se tienen hasta el momento.
Para empezar, se estima que en la jornada de mañana los cuatro efectivos policiales detenidos comparezcan ante el magistrado Miguel Ángel Faría, titular del Juzgado de Instrucción Cuatro, quien está a cargo de la causa que se investiga como homicidio.
En esa instancia, los implicados tendrán la posibilidad de brindar su versión de los hechos o bien abstenerse de declarar, sin que ese silencio les signifique presunción de culpabilidad alguna, tal como los ampara su derecho.
En este punto cabe mencionar que después del hecho y ante sus superiores todos ellos reconocieron haber efectuado disparos intimidatorios durante esa madrugada en el barrio La Cantera.
El propio jefe de la Policía, el comisario general José Mazur, confirmó esto al dialogar con El Territorio ese mismo jueves. “Nosotros estamos poniendo todo a disposición de la Justicia. Hay cuatro policías que reconocieron haber efectuado disparos intimidatorios. Se están realizando todas las pericias y todas las medidas necesarias en colaboración con la Justicia para esclarecer lo que sucedió. Nosotros también estamos haciendo una investigación interna y a medida que vayamos determinando responsabilidades iremos tomando medidas drásticas”, fueron sus palabras.
Ante este panorama, ahora resta saber qué decisión tomará cada uno de los policías cuando sean trasladados frente al juez, pero lo cierto es que después de ello serán clave los informes periciales y balísticos que elaboren los especialistas encargados especialmente para el caso.
Tal como informó este matutino, apenas después de conocidas las circunstancias del hecho, el juez Faría solicitó que en el caso intervengan tanto la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) como expertos en criminalística de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA), quienes en la jornada del viernes ya trabajaron en el lugar.
Respecto a las labores efectuadas, las fuentes señalaron que en principio se realizó una inspección ocular, pero también se hicieron trabajos de fotografía y planimetría.
Todo ello deberá ser analizado ahora en forma conjunta con las pericias balísticas que se realicen sobre las armas incautadas y los al menos quince casquillos de 9 milímetros que los propios familiares de la víctima recolectaron del lugar al día siguiente y lo entregaron a las autoridades.
Según adelantaron, culminar todas las pericias podría llevar hasta una semana entera dado que los estudios apuntan, entre otras cosas, a dos objetivos fundamentales: trayectoria y procedencia del disparo mortal.
Como bien marca la palabra, el análisis de la trayectoria busca establecer hacía donde iban los disparos dado que en la versión de los uniformados se señala que los disparos intimidatorios fueron ejecutados “hacia el suelo”, mientras que la familia denuncia que los tiros fueron “a quemarropa”.
Aquí también será importante tener en cuenta el informe de autopsia, cuyo resultado preliminar indicó que Villalba sufrió un disparo que ingresó por su hombro derecho, le dañó el corazón y salió cerca de la axila contraria. Por las características de la lesión, se estima que la víctima se encontraba “inclinada” al momento de recibir el proyectil.
“Pudo haber estado juntando piedras cuando ligó el tiro”, estimó una alta fuente de la investigación, lo cual coincide con lo relatado por la madre de Villalba, Noemí, quien ese jueves recordó que “yo me pongo contra el cerquito de la vecina porque venían balas de la Policía de todos lados, si no me iban a pegar a mí también. Le vuelvo a pedir a Luciano que pare, que ya le habían llevado a Chueco -su hermano-. Ahí veo a Luciano que se agachaba despacito para agarrar más piedras, pero se ve que ya le habían dado. Ahí se tiró y ahí no más se murió, quedó durito en el pastito”.
Por otro lado, las pericias también deberían lograr definir de qué arma salió el proyectil que terminó impactando en la víctima. Para ello se realiza un trabajo comparativo entre casquillos y armas.
Este punto permitirá individualizar al autor del disparo moral y con todo ello sobre el tapete la Justicia tendrá más elementos para definir la responsabilidad de cada uno de los uniformados implicados en el caso.
Ese jueves por la noche, mientras el revuelo todavía generaba repercusiones de todo tipo, una alta fuente de la pesquisa estimó que “todo apunta a que se trató de un procedimiento en el cual un grupo de policías actuó por fuera del protocolo, por inexperiencia o por incompetencia, pero se hizo mal”.

El caso
De acuerdo a lo que se pudo reconstruir, todo comenzó el jueves, cerca de la medianoche, cuando la Policía fue requerida por un ciudadano que denunció a dos hermanos del barrio La Cantera por haber intentado robar su motocicleta, aunque la familia asegura que el inicio de todo fue la gresca.
Ante ello, un patrullero acudió al llamado y después solicitaron refuerzos para avanzar hasta La Cantera, un precario asentamiento ubicado a unos tres kilómetros del casco urbano de Apóstoles.
Según la versión aportada por los uniformados intervinientes, una vez llegado al lugar se encontraron con Chueco Piris, un sujeto con varios antecedentes por diversos delitos, y procedieron a detenerlo, aunque allí fueron apedreados y golpeados con palos por un grupo de vecinos que intentó entorpecer el procedimiento.
También aseguraron que se sintieron superados en número y que vieron a Villalba “presumiblemente armado”. Por ello, decidieron realizar disparos intimidatorios al suelo y se fueron del lugar, pero horas después supieron que Villaba había llegado sin vida al hospital local.
Sin embargo, en la escena no se encontró ningún arma de fuego que pudiera pertenecerle a Villalba.
En el lugar, en tanto, sí se incautaron al menos quince casquillos -además de un cargador casi entero- de una pistola 9 milímetros.