Misiones, Sunday 21 de July de 2019

La posibilidad de realizar actividad científica se redujo, tanto en los cupos como en la financiación de los proyectos. Desde 2015, el ingreso al Conicet se limitó y disminuyó año a año.

La ciencia es uno de los motores del desarrollo de un país, tanto a nivel productivo como de conocimientos, y su importancia y fomento es clave. Sin embargo, producto del ajuste en diversas áreas, se encuentra en crisis. Menos presupuesto y cupos limitados  de investigadores son algunas de las consecuencias que atraviesa la comunidad científica.
Días atrás cerró la convocatoria para el ingreso a la Carrera de Investigador Científico (CIC) 2019 en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y se volvió a repetir un número ajustado del año pasado: sólo 450 jóvenes podrán ingresar, cuyos resultados se conocerán en abril.
Es por ello que el panorama para el sector es de incertidumbre, que la situación es difícil y que la recuperación no será pronta.
Lejos quedó lo planteado en el Plan Argentina Innovadora 2020 que, tras su aplicación en 2013, sus fundamentos mencionó el incremento del 10 por ciento en la cantidad de investigadores en el Conicet en cada año y que la plaza prevista para el año próximo sería de 1.251. También proyectó que se destinará el 1,65 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) para la ciencia.
Otra de las áreas afectadas fue el recorte en el goce de haberes a mujeres que transcurren avanzado estado de embarazo. Unas 30 becarias denunciaron la interrupción de la beca y la falta de pago en los salarios.

Ingreso con cupos limitados
La posibilidad de realizar actividad científica se redujo, tanto en los cupos como en la financiación de los proyectos. Desde 2015, el ingreso al Conicet se limitó y disminuyó año a año.
Para la convocatoria 2019 se repitió el cupo del año pasado de 450 vacantes. El límite imposibilitaría que sean miles los científicos que queden excluidos del sistema que, este año, fue de 2.500.
Al respecto, Pedro Zapata, secretario general de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), manifestó en diálogo con Acá te lo Contamos por Radioactiva que “ingresaron muy pocos investigadores y 2.500 quedaron fuera del sistema. Para esta última convocatoria, cuyos resultados se conocerán en abril, todos los que quedaron excluidos volvieron a presentarse y se sumarán aquellos que se postulan por primera vez. El número de los que quedarían afuera sería mayor a 3.000”.
Agregó que las pocas vacantes se repartirán en temáticas generales, líneas estratégicas y para el ingreso a la actividad en diferentes dependencias de la universidad. En cada área se destinarán 150 lugares.
“A la baja de cupos, que pasó de 900 a 450 en dos años, se tiene que tener en cuenta que son pocos los que ingresan de provincias periféricas como Misiones -donde sólo ingresaron tres este año- y la mayoría se concentra en los grandes distritos urbanos”, indicó Zapata.
“Tenemos que resolver la inserción de un investigador que dedicó más de diez años en su formación para la ciencia.  La posibilidad que no ingresen implica que queden en la calle, fuera del sistema científico y la provincia no tiene la solvencia para pagar lo que debe a un doctor o ingeniero, si se dedica a la actividad privada”, consideró.

Ciencia recortada
Desde los inicios de la administración Macri, la ciencia fue una de las áreas más afectadas, con la disminución del 0,88 por ciento (en 2015) al 0,5 por ciento del PBI para la financiación científica del país. En campaña, el actual mandatario nacional prometió el 1,5 por ciento.
Itatí Rodríguez, doctora en Comunicación e investigadora del Conicet, detalló a El Territorio sobre la situación que atraviesan los becarios y la comunidad científica en general. 
Apuntó que las Ciencias Sociales y Ciencias Exactas fueron las más afectadas por el ajuste, ya que se recortó el envío de dinero para financiar los proyectos y los productos de los insumos se encarecieron. Además comentó que se recortó las  becas para el posdoctorado.
“Antes se apostaba a la continuidad de la formación ya que había muchas becas disponibles para el posdoctorado. Ahora se procedió a reducir y eliminar, en algunos casos, este tipo de becas. Sin la beca es imposible costear el estudio”, dijo. 
En tanto, quienes poseen proyectos de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) son algunos de los más perjudicados por la falta de cupo en el Conicet. “Es un campo que genera la incorporación de varios jóvenes investigadores al sistema científico y da líneas de financiación muy importantes, pero exige poseer una beca posdoctoral. Hay muchos que tuvieron que renunciar a los proyectos, porque no están insertos en las universidades ni en la carrera de investigación”, detalló.
Lamentó la crisis que atraviesa la ciencia argentina y que ello “desalienta a miles de jóvenes investigadores se dediquen a la actividad científica y le resten importancia a áreas claves para la producción de conocimiento del país”.
“Piensan que la ciencia es un gasto, pero no lo es. La ciencia es el futuro del país y requiere de inversión. Los científicos siempre piensan en fomentar, producir y generar conocimientos para la educación, cura de enfermedades, trabajos para reducir los impactos en el medio ambiente, erradicar las desigualdades”, enfatizó.
Además, proyectó que a futuro será difícil remediar la situación actual de la ciencia ya que, tras diez años de avance, “en poco tiempo se destruyó todo y volverá a llevar años remontar. Será empezar de cero”.

Envío tardío
Hacer actividad científica demanda inversiones millonarias y la demora en la entrega de financiación para proyectos de vital importancia es de hasta dos años.
Jonathan von Below trabaja en el Instituto de Biología Subtropical (IBS-Conicet) y consideró que “los costos que manejamos hoy están retrasados y no alcanzan para cubrir lo mínimo para el funcionamiento de los trabajos. Muchos proyectos los redactamos en 2016 teniendo en cuenta el valor de ese año y recién ahora en 2018 nos pagaron sólo una parte, que quedó muy por detrás de la inflación y la devaluación de nuestra moneda”.
Para paliar la situación, reveló que son los mismos científicos quienes solventan los gastos que implica ejecutar un proyecto de investigación.
“Con nuestro dinero, de la beca para la investigación, solventamos todo, desde los servicios públicos hasta la compra de insumos”, precisó.
“De muchas maneras quieren eliminar la actividad científica, pero seguiremos en pie”, concluyó.