A José Sode (62) se lo nota inquieto, más que angustiado. Al igual que su esposa y el resto de su familia, aguarda ansioso el resultado de la autopsia del cuerpo que el lunes fue hallado en el cauce del arroyo Yazá, en Campo Viera
En cambio, tanto el padre como los hermanos de Carlos Daniel insisten en que el cuerpo hallado es de tamaño más pequeño, por lo que dudan que se trate del muchacho y abrazan la esperanza de que aparezca con vida, tal como lo hizo en otras ocasiones en que se ausentó.
Ayer, en diálogo con El Territorio, aportó un dato clave para determinar la identidad del cuerpo hallado en Campo Viera: su hijo tenía un clavo de platino en la rodilla derecha.
“Él solía irse sin avisar, pero siempre se iba a la zona del Yazá donde están algunos de los hermanos. Nosotros vivimos 35 años allá, él se crío allá y es conocido de todos. Nunca le pasó nada, era dado con todos”, remarcó.
El 5 de enero su hermano Edgardo (35) se presentó ante la Seccional Cuarta de Oberá y brindó los detalles del caso. Apenas dos días después, alrededor de las 18.30, un pescador avisó a la Policía que minutos antes divisó un cuerpo flotando en aguas del arroyo Yazá.
“Mi hermano era un muchacho sano y fuerte, y sabía nadar muy bien. Nosotros no pudimos reconocerle y el cuerpo era mucho más chico. Para mí, 1 por ciento que es él y un 99 por ciento que no. Yo tengo esa esperanza, al menos hasta que la autopsia diga lo contrario”, mencionó su hermano.
En tanto, por estas horas de incertidumbre otros hijos de Sode llegaron a Oberá desde Buenos Aires, donde residen desde hace varios años. Carlos Daniel también buscó un mejor destino en Capital, pero la suerte le fue esquiva y tuvo que regresar con sus padres.
Por su condición asistía al Centro Especial Misiones (Cenemi) de Oberá, un centro de día para pacientes con discapacidad, donde realizaba diferentes actividades.