Misiones, Friday 11 de January de 2019

A José Sode (62) se lo nota inquieto, más que angustiado. Al igual que su esposa y el resto de su familia, aguarda ansioso el resultado de la autopsia del cuerpo que el lunes fue hallado en el cauce del arroyo Yazá, en Campo Viera

 ya que existen fuertes sospechas de que podría tratarse de su hijo, Carlos Daniel Sode (19), desaparecido desde el 17 de diciembre. 
 
Si bien el cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición, llevaba una mochila con prendas de vestir que pertenecían al joven desaparecido, según confirmaron sus familiares. 
 

En cambio, tanto el padre como los hermanos de Carlos Daniel insisten en que el cuerpo hallado es de tamaño más pequeño, por lo que dudan que se trate del muchacho y abrazan la esperanza de que aparezca con vida, tal como lo hizo en otras ocasiones en que se ausentó. 

Asimismo, comentaron que hoy serían notificados del resultado de la autopsia que se realizó en la morgue Judicial de Posadas, lo que confirmará o no lo que hasta aquí son suposiciones.
 
“Para mí, ese no es el cuerpo de mi hijo. Es muy chico y él era más alto, mucho más robusto. Mis otros hijos dicen que no es, por lo mismo que pienso yo, pero tenemos que esperar la autopsia para saber la verdad”, remarcó Sode padre.
 

Ayer, en diálogo con El Territorio, aportó un dato clave para determinar la identidad del cuerpo hallado en Campo Viera: su hijo tenía un clavo de platino en la rodilla derecha.
 

Conocía la zona 
 
Producto de un accidente cuando tenía 16 años, Carlos Daniel Sode sufrió una seria lesión en la cabeza que le ocasionó amnesia parcial y fue medicado de por vida. 
 
Por ello, debido a su condición en varias ocasiones se ausentó de su domicilio en Oberá, donde residía con sus padres, aunque siempre regresó. Al respecto, su padre precisó que el 17 de diciembre pasado se dirigió al hospital Samic a buscar la medicación de su hijo y al regresar el muchacho ya no estaba. 
 

“Él solía irse sin avisar, pero siempre se iba a la zona del Yazá donde están algunos de los hermanos. Nosotros vivimos 35 años allá, él se crío allá y es conocido de todos. Nunca le pasó nada, era dado con todos”, remarcó. 

Así, habituados a sus salidas, los padres creyeron que se hallaba en casa de algún hermano. Pero transcurridas dos semanas no tuvieron noticias del muchacho y radicaron la denuncia. 
 

El 5 de enero su hermano Edgardo (35) se presentó ante la Seccional Cuarta de Oberá y brindó los detalles del caso. Apenas dos días después, alrededor de las 18.30, un pescador avisó a la Policía que minutos antes divisó un cuerpo flotando en aguas del arroyo Yazá. 

Esa misma noche el padre y hermanos del joven fueron al lugar del hallazgo, pero no lograron identificar el cadáver debido al avanzado estado de descomposición. 
 

“Mi hermano era un muchacho sano y fuerte, y sabía nadar muy bien. Nosotros no pudimos reconocerle y el cuerpo era mucho más chico. Para mí, 1 por ciento que es él y un 99 por ciento que no. Yo tengo esa esperanza, al menos hasta que la autopsia diga lo contrario”, mencionó su hermano.
 

“No pierdo la esperanza”
 
Por su parte, el padre comentó que un vecino de arroyo Yazá le contó que a fines de diciembre el muchacho pasó por su casa y le invitó a comer. “Dice que estaba bien, contento como siempre”. 
 

En tanto, por estas horas de incertidumbre otros hijos de Sode llegaron a Oberá desde Buenos Aires, donde residen desde hace varios años. Carlos Daniel también buscó un mejor destino en Capital, pero la suerte le fue esquiva y tuvo que regresar con sus padres. 
Por su condición asistía al Centro Especial Misiones (Cenemi) de Oberá, un centro de día para pacientes con discapacidad, donde realizaba diferentes actividades.