Misiones, Saturday 26 de May de 2018

Los miembros de la nueva comunidad relataron que la decisión de dejar Perutí se debió a “la invasión de iglesias evangélicas”, sin que las autoridades pongan un freno. 

Se conformó una nueva comunidad mbya que se dividió de Perutí en El Alcázar. Hace pocas semanas, once familias descontentas con la dirigencia de la populosa aldea, se apartaron para construir sus viviendas a escasa distancia, donde fue el primer emplazamiento de Perutí, ruta 12 y arroyo Pananay. 
 
Así se comenzó a establecer una nueva aldea, Paranay, que no cuenta con servicios básicos. 
 
Los miembros de la nueva comunidad relataron que la decisión de dejar Perutí se debió a “la invasión de iglesias evangélicas”, sin que las autoridades pongan un freno. Y lo que apuró la división fue la quema del Opy (casa de oración) por desconocidos. Cansados de denunciar las irregularidades y sin obtener respuestas, decidieron crear la comunidad Paranay en el espacio donde fue el inicio de Perutí. 
 
Cultura a salvo
“En este nuevo espacio estamos asentados familias originarias puras, que somos los que no estábamos de acuerdo con la instalación de iglesias evangélicas adentro de la comunidad, hay por lo menos tres templos. Lamentablemente quemaron nuestro Opy que hicimos con tanto esfuerzo”, dijo Marciana Núñez. Puntualizó: “Lo primero que hicimos en nuestra nueva aldea es el Opy y tenemos a nuestro opyguá (guía espiritual)”. 
 
En un principio son once familias las que progresan en la construcción de sus viviendas, pero entienden que luego serán más las que lleguen para vivir en la comunidad. La mudanza se hace paulatinamente porque todavía las casas carecen de techo y les faltan algunas cosas como chapas y abrigo.   
 
“Somos once familias las que empezamos la mudanza, pero seremos más, porque muchos paisanos pensamos igual, que tenemos que mantener nuestra cultura originaria, hay lugar para todos los hermanos que quieran defender nuestro ser mbya”, sostuvo Núñez.  
 
La nueva aldea no tiene los servicios con los que cuenta Perutí, que logró gran desarrollo con agua, luz eléctrica, casas con techo de zinc, cultivos y escuela primaria y secundaria.  Pero como eligieron un punto estratégico cerca del arroyo no les faltará el agua, confían y quieren avanza en gestiones para más servicios. Hasta que no se consoliden como espacio comunitario, sus hijos -niños y jóvenes- seguirán asistiendo a la primaria de Perutí y a la secundaria, que funciona como aula satélite de la EFA de Caraguatay. 
 
“La educación es buena en las escuelas y queremos que nuestros niños y jóvenes vayan a la escuela y estudien”, expresó Núñez, mientras que en la aldea la tarea que se proyecta es “educar a las nuevas generaciones y a los adultos para que no se olvide nuestra cultura, religión, hacer nuestras artesanías, la comida, queremos transmitir eso a nuestros hijos”, finalizó.