Nacional, Saturday 29 de August de 2015

Estos datos surgen de un informe de la Fundación Mediterranea, en el que también se señala que además se adicionan entre US$ 2.500 y US$ 3.000 millones en concepto de transferencia por efecto de los cupos de exportación sobre el trigo y el maíz.

Desde el 2002 a la fecha, estimaciones privadas revelan que los productores de granos han transferido sólo en concepto de derechos de exportación un monto de US$ 70.000 millones, a los que deben sumarse otros US$ 2.000 millones de los ganaderos bovinos. Estos cálculos fueron formulados en un análisis por el economista Juan Manuel Garzón del Ieral de la Fundación Mediterránea quien señaló que además se adicionan entre US$ 2.500 y US$ 3.000 millones en concepto de transferencia por efecto de los cupos de exportación sobre el trigo y el maíz. "A cambio, los productores han recibido....casi nada", dijo Garzón, quien señaló que en cambio, en el mundo moderno se acepta que no hay contradicción alguna entre el fortalecimiento del sector agropecuario y el desarrollo económico, social y territorial de un país. "De hecho se entiende al primero como un medio para lograr este último. En Argentina, desafortunadamente, todavía parece lejos este consenso", manifestó. Para el especialista "queda la expectativa respecto de si el próximo gobierno nacional cambiará o no la dirección de la corriente en el sentido correcto". Consideró que "desde siempre el sector agropecuario argentino busca un destino grande. Lo hace con tenacidad y persistencia, a pesar de todo". Evaluó que los resultados obtenidos han sido alentadores en algunas sub actividades del sector, como es el caso del protagonismo mundial logrado por el complejo sojero–aceitero o el del clúster del maní, "pero muy decepcionantes en otras, en particular si se considera el estancamiento de la lechería y el retroceso de la ganadería bovina". "El problema es que tanto la política económica como el contexto macroeconómico han sido factores adversos para el sector y para los exportadores de productos de base primaria durante largos períodos de los últimos 70 años", aclaró.

Números muy negativos

Garzón opina que la situación "podría ilustrarse diciendo que el sector habitualmente nada en contra de la corriente. En algunos momentos, esta corriente amaina, como sucediera a mediados de los '90 o a en los primeros años de la etapa del actual gobierno". "En otros, las aguas amenazan con llevarse todo por delante, como está pasando hoy, con números muy negativos en muchas economías agropecuarias y regionales, sometidas por una combinación de elevada presión tributaria y costos récords de producción y transporte", estimó. Según su punto de vista, "la corriente anti campo tiene distintas vertientes que la abastecen, algunas provienen del frente económico, tienen cierto fundamento y por lo tanto vale la pena analizarlas, otras se corresponden con ideologías menos precisas, resentimientos históricos no superados, prejuicios sobre el hombre de campo, sus creaciones e intereses". "El argumento más frecuentado para atacar al sector desde la biblioteca económica considera que tener una abundante dotación de recursos naturales es una maldición, una especie de carga para la economía", dijo. Por su parte, el enfoque de cadenas de valor, que permite medir el impacto económico completo de una actividad, muestra los múltiples eslabonamientos que genera el sector agropecuario, "en particular aguas arriba de la cadena, donde se crean mercados para las industrias químicas, del plástico, de la maquinaria, de la biotecnología, de los servicios especializados, etc." "Países que carecen de recursos naturales no tienen otra alternativa que basar su desarrollo en otro tipo de producciones", indicó Garzón.