Misiones, Wednesday 8 de April de 2015

A menudo, al ingresar a un sitio en el que se percibe un perfume muy dulce, o al entrar a una cocina donde se experimente un aroma muy sabroso de la comida que se está preparando, ocurre y casi sin darse cuenta, que a los pocos minutos uno ya no lo siente. El mismo fenómeno se produce cuando uno se sumerge en una piscina y se queja porque el agua está muy fría, poco después el frio pasas y si llega un amigo, uno se anima hasta a invitarlo a ingresar por que el agua está “fantástica”. Estos ejemplos ilustran la adaptación sensorial, o sea la disminución de la sensibilidad ante un estímulo constante. 

Lo mismo ocurre con la inflación. Inicialmente ante un aumento de precios notamos la diferencia, pero a medida que pasa el tiempo nos acostumbramos y convivimos con ella. Esto sucede principalmente por la asimilación y la adaptación a los nuevos cambios. El problema es que estos nuevos cambios, progresivamente nos hacen más pobres, deterioran nuestro poder adquisitivo, somos rehenes de esta situación, y no hay nada que podamos hacer más que resignarnos y adaptarnos. 

La diferencia apenas perceptible,es la diferencia mínima que una persona puede detectar entre dos estímulos cualesquiera. Por ejemplo: si el panadero nos aumenta el precio del kilo de pan de $9 a $9,20, probablemente casi ni notemos la diferencia, pero si el precio del kilo de pan pasa de $9 a $13, seguramente notemos la diferencia, porque el umbral de diferencia ha aumentado. El incremento gradual y progresivo del nivel general de precios combina estos dos problemas: aumentos secuenciales y aumentoscontinuos.

Podemos ver en el siguiente gráfico, la inflación verdadera en color naranja y la inflación medida por el INDEC en color celeste, vemos como la inflación verdadera crece exponencialmente, es decir que crece muy rápido con el tiempo y apenas podemos percibirlo porque son “micro aumentos” periódicos y constantes.  Estos aumentos crecen silenciosamente como un cáncer metastático que se ramifica y se disemina a otras partes del cuerpo, y si nos dejamos estar, la situación es cada vez más dramática e irreversible.

Algo similar ocurre con esta la inflación silenciosa y creciente.  Se va apoderando de la economía del país, comienza como algo insignificante y apenas perceptible, hasta que empieza a expandirse y se espiraliza, se introduce en todos los sectores de la economía, distorsionando precios, tarifas y salarios. Produce tal desbarajuste que es imposible planificar inversiones, tenemos que vivir en el corto plazo, altera y acelera nuestras decisiones. Vivimos intranquilos porque nos acostumbramos al cambio y sabemos que todo va a subir. La pregunta que surge naturalmente es; “¿cómo podemos defendernos ante estos aumentos continuos?”.

Como ya dijimos, la inflación nos hace cada vez más pobres, y estarán en desventaja aquellos agentes económicos que mantengan una mayor proporción de efectivo en su cartera. Por lo tanto la peor opción es mantener dinero ocioso. Una de las alternativas es ir anticipando consumo, es decir, comprar al inicio del mes la mayor cantidad de bienes que vamos a consumir a través del mismo, también comprar bienes durables que sean necesarios. La clave sería no postergar gastos e inversiones necesarias, porque más adelante lo vamos a pagar más cada vez caro. La otra alternativa es comprar bienes que se revaloricen o acompañen a la inflación y que uno los pueda volver a vender en el futuro a un precio mayor. Esta opción es la mejor de todas, porque permite obtener ganancia de capital  y tener un crecimiento patrimonial.

Cada día que pasa nos volvemos menos sensibles a la inflación, cada vez tenemos más tolerancia hacia el aumento de precios “como un adicto a una droga”, su cuerpo genera tolerancia, y cada vez necesita mayores dosis para sentir el mismo efecto, pero este adicto no se da cuenta de que su cuerpo se va enfermando día a día y lo mismo ocurre con la inflación.  Nos acostumbramos a vivir con incertidumbre, somos una especie que se adapta a los cambios para sobrevivir, pero esta especie en vez de evolucionar involuciona, y lo que no nos damos cuenta, es que cada día que pasa somos más pobres, condicionando  a las siguientes generaciones y consumiendo nuestro el futuro cada vez más cercano.

*Federico Villagra. Lic. en Economía