Misiones, Thursday 26 de February de 2015

El colegio Stella Maris les dará la oportunidad de terminar la primaria. Además, cada uno de ellos contará con una familia tutora, a través de la Fundación Tupá Rendá

La escuela de gestión privada Stella Maris de esta capital provincial decidió becar a ocho niños que vivían en el ex hogar El Refugio y que desde su cierre forman parte de los chicos que salvaguarda la Fundación Tupá Rendá en sus distintos hogares que administra en la ciudad y en la provincia.
Los chicos, de entre los 4 y 12 años de edad, tendrán la oportunidad de terminar la primaria en la misma institución católica, desde donde se informó además que cada uno de los niños contará con una familia que los apadrinará “para acompañarlos en lo extraeducativo”, se explicó.
Quienes llegaron a este feliz acuerdo, fueron el representante legal de la escuela, ubicada en el tercer tramo de la costanera, al lado de la capilla Stella Maris, Juan Jacquier, y el padre de la parroquia Sagrada Familia y asesor de los hogares, Alberto Barros.
“Tras el cierre del hogar El Refugio (por parte del Estado, a mediados del año pasado), 16 chicos fueron derivados a nuestra fundación y de allí al hogar San José Obrero, y desde entonces fueron a escuelas públicas, pero a fin de año se sucedieron novedades con otros chicos y teníamos que tomar alguna decisión con esos niños”, explicó a El Territorio el padre Barros.
Cerca de fin de año una familia de Buenos Aires se presentó en Posadas para adoptar a uno de esos chicos, pero en una muestra de generosidad y amor, terminaron por adoptar no sólo a esa criatura, sino también a sus cuatro hermanitos.
“Entonces fueron quedando menos, y luego fueron adoptados tres más, y al pasar los días empezamos a hablar con Juan para resolver la situación de los niños y él fue quien sin dudar ofreció becarlos a todos”, detalló el ex sacerdote de la catedral posadeña.
Los 16 chicos fueron pasando por momentos duros desde el momento que debieron ser alejados de sus familias biológicas por distintos motivos traumáticos e intrafamiliares. Desde el cierre del Hogar El Refugio vivieron inclusive varios días en la casita de la localidad de Santa Ana, que en un principio había sido acondicionada para la rehabilitación a las adicciones de chicos de la calle.
“Como se trataba de una situación especial, la casita de Santa Ana se la adaptó solamente para ellos”, contó el sacerdote.
De regreso en Posadas, los ocho chicos volvieron a vivir en el San José Obrero, hogar que en su creación había sido destinado a albergar transitoriamente a los adultos que no tenían dónde pasar las noches. Pero ahora, a menos de una semana de comenzar las clases, están en plena mudanza, según repasó el propio Barros.
“Nos estamos mudando a otra casa del mismo barrio de Villa Sarita. Seguirán con nosotros y tendrán ahora la posibilidad de venir todos a la misma escuela y con la ayuda de la institución. Sin dudas se trata de una generosidad del colegio que nos entrega una clara idea de inclusión más allá del discurso”.

“Es nuestra identidad”
El asesor legal de la escuela primaria de Posadas, Juan Jacquier, aseguró que “cada uno de los chicos tendrá un padrinazgo y de eso se trata, es parte de nuestra identidad, la de ayudar a los más necesitados y ofrecer a la comunidad lo que tanto se reclama en el mundo, que es inculcar y recuperar valores”.
El representante de la escuela Stella Maris indicó que una vez que se acordó recibir a los niños en situación  judicial a la espera de una familia adoptiva, “me puse en campaña para armar grupos por las redes sociales, y fue impactante la respuesta. Acá en la escuela resolvimos darles los uniformes que habían sobrado y recibirán útiles, manuales y libros de texto”.
Respecto a las familias tutoras, se explicó que el objetivo es que “exista una figura que esté presente para situaciones que superen la educación. Reitero, el mundo reclama valores y esto es un gesto de los tantos que se apuntaron como claves en el curso de rectores de la Consudec (Consejo Superior de Educación Católica), porque la solidaridad, para nosotros, es un hábito”.
La escuela Stella Maris cuenta con una matrícula de 170 chicos, funciona a la mañana y la cuota mensual es de 180 pesos. Pero según se aseguró, menos de la mitad cumple con esa obligatoriedad para el mantenimiento de la institución.