Misiones, Sunday 21 de September de 2014

En el país, seis universidades ofrecen dicha carrera. Impulsan cultivos agrícolas sin comprometer el crecimiento de las especies forestales, se disminuiría así el uso de agroquímicos en el control de malezas

En el marco de las responsabilidad social empresaria y universitaria, “deberían revisarse las prácticas y enseñanzas del manejo de las forestaciones en sus etapas iniciales, propendiendo a la realización de cultivos agrícolas productores de alimentos, que son factibles de llevar a cabo sin comprometer el crecimiento de las especies forestales”. Lo planteó Rubén Alberto Costas, docente de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones (Unam). Consideró que la  propuesta “conllevaría a la disminución de los agroquímicos utilizados para el control de plagas y malezas”.
El ingeniero forestal indicó que en los últimos años, aparecieron en el escenario del sector, temas nuevos, que se requieren abordar en la formación de profesionales y que son positivos para mejorar la gestión de los recursos, para valorar los impactos de la actividad forestal, para la producción conjunta de madera y de alimentos o para poner en valor los servicios ambientales y sociales que prestan los bosques. 
Indicó que en otros países se han modificado los planes de estudio de la ingeniería forestal, atendiendo probablemente a cuestiones similares a las descriptas para la carrera en Argentina. 
Recordó que en una reciente ponencia presentada en el Congreso Forestal Argentino y Latinoamericano, se tomaron como casos de análisis a la nueva currícula de ingeniería forestal de la Universidad Federal de Paraná, de Brasil, y los cambios producidos en la Universidad de Valladolid de España.
Plantea que en la actualidad, hay una importante superficie con bosques nativos a mantener y mejorar sus posibilidades de prestaciones de servicios ambientales. “Los recursos madereros del bosque nativo, que por muchos años fueron explotados y todavía inciden en la economía provincial, tienen fecha de vencimiento. Por la superficie legalmente disponible para extracción de madera, por la degradación de la riqueza de especies de mayor valor comercial y los crecimientos modestos que tienen la mayoría de esas especies”, advirtió.
Indicó que aproximadamente el 12 por ciento de la superficie provincial se destina a plantaciones forestales, “que además de la producción de madera para la industria instalada, generan servicios ambientales como la captura de carbono atmosférico, son hábitats para la conservación parcial de especies vegetales y animales propios de la selva paranaense y de los subproductos de la foresto-industria se genera energía renovable”. 
Pero añadió que no se observan actividades agropecuarias desarrolladas en la región que tengan estas características.

Las ventajas
Ante este panorama sostiene que actualizar la carrera por un lado tiene estas ventajas sociales nombradas, y por otro lado se puede aprovechar nichos y oportunidades para los ingenieros forestales actuales y futuros. 
 “Implica una evolución y adaptación de la carrera a las demandas actuales y las oportunidades que aparecen para el desarrollo competitivo de ésta”, según el docente.
Plantea que el fortalecimiento de las áreas formativas citadas, debería incrementar el interés por la ingeniería forestal de jóvenes con fuertes motivaciones sobre manejo sustentable de bosques y los servicios económicos, sociales y ambientales que estos prestan. “Es necesario adecuar a los tiempos actuales y por venir esta fascinante carrera que instalaron en la Argentina pioneros y visionarios hace más de 56 años. La sociedad y los jóvenes que la abracen en el futuro inmediato, requieren que se ofrezca una ingeniería forestal atractiva y pertinente para acompañar el desarrollo sustentable que nos exige la historia”.
Recordó que el pasado 6 de agosto se celebró el Día del Ingeniero Forestal. “Transcurridos más de 56 años de existencia fructífera de la ingeniería forestal en Argentina, se observan nuevos escenarios y desafíos para la profesión, que ameritan un análisis y eventual reformulación de la formación profesional. Los requisitos de las políticas y normativas actuales para lograr la sustentabilidad económica, social y ambiental de los sistemas forestales, direccionan el proceso de formación hacia un profesional capacitado para gestionar producción y conservación, con una concepción holística de los sistemas de producción y sus interacciones con la sociedad”, acotó.
En el 4° Congreso Forestal Argentino y Latinoamericano, realizado en Puerto Iguazú en 2013, el autor conjuntamente con otras dos docentes de la Facultad de Ciencias Forestales de Eldorado ya habían presentado un diagnóstico de la carrera, referido entre otras cuestiones a áreas de desempeño profesional de los graduados y las principales necesidades detectadas en cuanto a cambios curriculares. 
Recordó que tomando en cuenta las normativas nacionales argentinas para la formación de ingenieros forestales, se propuso la realización de un trabajo posterior al Congreso, de manera conjunta entre todas las facultades forestales del país y sus respectivos entornos regionales, que permita obtener acuerdos para lograr currículas que respondan a las demandas actuales y por venir en los próximos años.

El país con seis universidades
La ingeniería forestal en Argentina se desarrolla desde el año 1858. Cuenta en la actualidad con seis universidades que ofrecen la carrera entre sus ofertas de grado. Entre todas se han graduado más de 1500 ingenieros forestales.
La profesión tuvo una importante influencia en la conservación y manejo de los bosques nativos, como así también en la generación de más de 1,2 millones de hectáreas de bosques implantados en las distintas eco-regiones argentinas.
En Misiones, donde se registra la actividad profesional de ingenieros forestales desde la década del 60, se desarrolla la formación de profesionales desde 1974 en la Facultad de Ciencias Forestales de Eldorado, dependiente de la Unam.
Según Costas, puede atribuirse el impacto positivo de la ingeniería forestal en la persistencia de aproximadamente la mitad de la superficie original de montes nativos, el desarrollo de alrededor de 350.000 hectáreas de bosques implantados y más de 700 industrias forestales de tamaño diverso. 
“Todo ello conlleva al capital ambiental y socio-económico que dan oportunidades estratégicas por los servicios ambientales y conservación de la biodiversidad por un lado, y la generación de riqueza y empleo para miles de misioneros, por otro”.
A través de distintas instituciones que integran el sector forestal del país, los ingenieros forestales “han sido proactivos trabajando e investigando los aspectos relacionados a la sustentabilidad de los sistemas forestales, tanto los destinados a la producción como a la conservación.
 En ese sentido se pueden mencionar los avances realizados en manejo forestal sustentable y conservación de la biodiversidad en las eco-regiones de los Bosques Andino-Patagónicos y Selva Paranaense, con presencia profesional activa de ingenieros forestales”.
Recordó finalmente el docente que en el año 2010 se puso en vigencia la Ley 26.331, que establece un nuevo marco legal y presupuestos mínimos para la conservación y el manejo de los bosques nativos del país. 
Consideró que “su aplicación, implica un escenario potencial donde los ingenieros forestales deberán desarrollar un papel fundamental en distintas áreas de intervención, técnica, social, económica y política, para el logro de los objetivos de la ley mencionada”. 


Estructuras curriculares
El docente Rubén Alberto Costas explicó que producto del consenso entre las universidades que ofrecen la carrera y los organismos que regulan la actividad universitaria en Argentina, el Ministerio de Educación estableció a través de la Resolución 436/2009, la incorporación de la carrera a la nómina del artículo 43° de la Ley Nº 24.521 (Ley de Educación Superior), y la aprobación de los contenidos curriculares básicos, la carga horaria mínima, los criterios de intensidad de la formación práctica y los estándares para la acreditación de las carreras. Con ese marco normativo vigente, en el año 2011 se llevaron adelante los procesos de acreditación de las carreras por parte de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), que resultó en la evaluación de todas las carreras desarrolladas en las universidades nacionales.